Anoche luego de llegar a casa, el nacimiento familiar se ilumino por unos segundos y centro todas las miradas en él. Es allí donde por un instante logré entender el significado de la navidad.
Quizás muchas veces los banales placeres y efímeros pensamientos nos llevan a esperar el 25 de Diciembre con la necesidad de recibir regalos, comer pavo y tomar chocolate caliente (aunque haga un calor infernal).
Pero son muy pocas las personas que esperan la noche buena para poner ese pequeño niño en el Belén de casa.
Resulta que este era un hombre divorciado, sus hijos no lo querían pues no había sido un gran padre y su madre había muerto hacía un mes, no tenía empleo y menos dinero para comprarse algo por navidad. Que cuadro tan triste ¿verdad?
Pues decidió irse a dormir para que no sea tan dura la noche buena. Subió a su habitación y mientras se ponía el pijama, alcanzo a ver por su ventana a un hombre sentado en la puerta de su casa pidiendo limosna pero siendo rechazado por todos.
Su senil aspecto, descuidada condición física y precario estado logró convencerlo que su “desdichada” noche no lo era del todo, pues había alguien que la estaba pasando peor.
Paralizó su mano que desabotonaba su camisa y de inmediato bajó.
Abrió la puerta y le dijo:
- No tengo comida, regalos o algo de tomar que ofrécete, pero si quieres puedes pasar y podríamos conversar-
El anciano solo asintió con la cabeza y se puso en pie. Entraron a la casa y se sentaron en la sala, era realmente algo raro, pasar navidad con un extraño, pero a pasarla solo eso estabaa mejor.
Era un hombre de aproximadamente setenta años, plateada cabellera, sus arrugas en la cara escondían marcas de dolor en la vida y sus frías manos temblaban sin cesar.
El hombre comenzó a hablarle al anciano como si lo conociera de toda la vida, le contó sus problemas, sus dudas, sus logros y desgracias. Luego juntos comenzaron a reír de algo gracioso que dijo el viejo. Así fue hasta que dieron las doce, ambos se abrazaron y se desearon Feliz Navidad.
Pasaron unos minutos y el anciano dijo: Me tengo que ir. El hombre lo acompaño a la puerta, lo despidió y luego se fue a dormir.
Al día siguiente, cuando los rayos del sol chocaron con su cara se levantó, y divisó en su velador una carta, la abrió y una lágrima se vio caer por su rostro al leer su contenido:
Gracias por recibir mi cumpleaños conmigo
Espero les haya gustado, pasen una linda navidad y que el pequeño niño Dios sea el protagonista de este día